Mostrando entradas con la etiqueta Por mi. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Por mi. Mostrar todas las entradas

Amor por los chicos malos

Desde que se puso de moda la TV a la carta, abandoné la tiranía de los días y horarios. Ahora disfruto de las famosas series norteamericanas, que de tan buena reputación gozan, en la comodidad de mis madrugadas, siestas, mañanas de feriados y atardeceres de fines de semana largos.
Gracias al download, vi “The Sopranos”, “Breaking Bad” y “Mad Med”, que recientemente emitió su último capítulo. Por estos días, ocupo 50 minutos de mis jornadas viendo a Kevin Spacey encarnar a Frank Underwood en “House of cards”.
Cuando hago esta memoria, no dejo de pensar que todas estas series están encabezadas por hombres. Sin embargo, lo más interesante es que no se trata de cualquier tipo de hombres. Tony, Walter, Don y por supuesto Frank, no son héroes. De hecho, están más cerca de los villanos.
Machistas, mentirosos, perversos, incoherentes, asesinos, ambiciosos, inescrupulosos y me quedo corta de adjetivos cuando pienso en ellos. 
Entonces me pregunto, ¿por qué los amo? ¿Por qué cada vez que terminaba un capítulo lo lamento?
Ninguno de ellos, salvo Don Draper, es joven. Tampoco particularmente good looking al estilo Jon Snow que tanto deseamos. Por su parte Don, con las cantidades industriales de alcohol que ingiere, y con las infidelidades repetidas hacia sus mujeres, rápidamente se convierte para cualquiera, más allá de su belleza física, en despreciable. 
Entonces, donde reside la simpatía?
Pienso en las varias series que llevo viendo y ni Jack de Lost, ni el recién mencionado Jon Snow, ni el protector Rick Grimes me generan la empatía que estos malos.
Entonces, busco las respuestas en sus actuaciones, que han sido todas multipremiadas y destacadas por gente que sabe del tema; pienso en la producción, en el vestuario, en las historias que cuentan… y sin embargo, no estoy segura.
Buscando la respuesta, recuerdo un capítulo de Los Sopranos. Tony era un mafioso que tenía como pantalla una carnicería. Sin embargo, el dinero le llegaba en efectivo desde sus verdaderos y non sanctos negocios. Esos billetes no podían ir al banco, entonces él los escondía en su casa. Si, en esa casa que compartía con su esposa Carmela y los dos hijos de ambos. Ellos, supuestamente no sabían nada. Él no les decía, y ellos, o al menos Carmela, podían ser felizmente ignorantes. Sin embargo, en un capítulo, Carmela quiere llevar adelante un emprendimiento personal y le roba. 
Primero parece que él no se da cuenta. La relación sigue en sus términos de normalidad. Pero llega el capítulo del reclamo. Ese en el que una cree que todo se viene abajo. “Ahora él la deja”, o “la manda a matar” (porque Tony mata a todos los que no están de acuerdo con él) pienso.  Sin embargo… más que unos grititos (y lo digo en estos términos teniendo en cuenta el nivel de violencia que se manejaba en esa pareja)… nada. Él se queda con la humillación de que su mujer le haya robado, y encima, se lo niegue.
En Mad Men, Betty le pide el divorcio a Don tras años y años de infidelidades, indiferencia, maltratos y usos como trofeo.  Un tiempo después, cuando ya ambos han conformado nuevas familias, y pasan una noche juntos, ella le dice “La peor manera de acercarse a vos es a través del amor”. Por primera vez, él puede ver a su ex -mujer en la complejidad que antes tuvo cegada, pero esta vez, acompañada de otro hombre.
En Breaking Bad, el personaje de Skyler es total y absolutamente fascinante. De la cándida mamá de un adolescente con discapacidad y embarazada, a la helada esposa de un prófugo. Ella ayuda a Walter todo lo que puede, pero eso mina su confianza y su amor. Al final, no hay ruegos posibles. Ella cerró la puerta y se convirtió en una mujer casi tan desalmada como él. Allí, todos se hicieron malos.
Y Claire… Ooohhh Claire es el amor. No alcanzan las palabras para decirla. Una mujer que es demasiado buena para su marido y que sin embargo, sabiéndolo, lo ayuda, lo potencia, lo crea, lo hace Hombre.
Con todo esto, me vuelvo a preguntar ¿por qué amé tanto a estos personajes?
Y la respuesta que me cae es: por sus carencias. 
Todos están un poquito rotos, un poquito incompletos, tratan de ocultarlo detrás de todas las fachadas posibles, desde la violencia y el dinero hasta con el traje y la mentira… pero la magia de las historias que han creado esos guionistas nos permite a los espectadores conocerlos en sus punto flacos, en sus miserias, en eso que los hace despreciables y a la vez, plausibles de ser amados. 
Pero hay algo más. En las series que he reseñado, todas las mujeres (Sean esposas, hijas, amantes, socias, o secretarias, aunque aquí solo haya mencionado a las parejas) tienen un papel preponderante. Son las que conocen las debilidades. Talvez inician con personalidades inocentes, pero, para identificación de quienes miramos, adquieren la fuerza suficiente para ser personajes tan complejos y llenos de matices como los masculinos. 
Ellas también mienten, son infieles, tienen sexo casual, gritan, se enojan, abandonan, delinquen, ambicionan, olvidan los escrúpulos frente sus objetivos y siguen adelante, a veces amando, a veces olvidando, pero siguen.
Entonces me pregunto ¿Quién quiere al hombre perfecto? ¿Para qué querríamos un héroe omnipotente al lado de quien nunca podríamos desplegar nuestros encantos, ni nuestras miserias?¿Por qué la chica debería quedarse esperando a ese señor que soluciona problemas, resuelve vidas y da la felicidad para siempre? ¿Cuánto esfuerzo nos requeriría ser compañeras de estos hombres perfectos? Ese que es tan bueno, tan ético, tan piadoso y, por suerte, tan… inexistente. 
Me alegro, y vuelvo a enamorarme de estos viejos, gordos, pelados, fumadores y gritones porque, si bien son personajes de ficción, están mucho más cerca de los reales. 

De mi madre, trabajo y tiempo libre

Esta mañana hablé con mi mami. Ella me dijo que estaba preocupada. Ayer se rompió mi celular y anoche no atendí el teléfono fijo… y esta mañana, hasta las 11, tampoco. Después de explicarle el porqué de mi desaparición y el horario de mi última conexión en el whatsapp ella me dijo: “Bueno, me alegro que estés bien. Nos vemos después. Feliz día del trabajador”.
Vine a la compu a mirar el Facebook y todo el mundo se estaba (auto) saludando con mensajitos por el día del trabajo. Entre mis contactos, abundan las personas que viven de generar contenidos, así que ahí estaban lxs diseñadorxs gráficxs, lxs periodistas, lxs fotógrafxs, etc. etc.
En los mensajes privados, nuevamente, tenía uno de mi madre, en el que también me decía, y con mayúsculas, FELIZ DÍA DEL TRABAJADOR.
Amén de mi particular situación laboral, pensé en ella, en su vida de maestra y de profe. La recordé cuando yo era chica y ella tenía más o menos la misma edad que yo tengo hoy, llegando a casa por las tardes, o noches y ayudándome a mí y a mi hermano a hacer los deberes, y cocinando. Pensé en su cuerpo, en su vida de ese entonces y me pregunté cuales habrán sido sus sueños, qué cosas habrá tenido ganas de hacer realmente y si es que habrá conseguido hacer alguna.
Y me acordé de algo que le dije ayer a mi amiga Julieta: “Que bien que me funciona la cabeza cuando no trabajo”. Entonces está aquí este feriado… y el del lunes pasado… y el fin de semana de mañana y del domingo y yo los miro con mis textos en la mesa, con un Word en blanco, con la carpeta de descargas llena y con la auto-promesa de leer, ver y escribir… y hacer algo con todo lo que produce mi cabeza esos días en que no la tengo ocupada con el cumplimiento de un horario en una oficina.
¿Pensar solamente en lo que quiero pensar sería un trabajo? ¿Dedicarme a hacer solamente lo que quiero hacer sería un trabajo?
Me respondo que evidentemente no existen las perfecciones. Ninguna ocupación va a carecer de esos momentos aburridos en los que hay que hacer eso que nos aburre, que nos molesta, que nos hastía. Como tampoco va a dejar de existir la parte de la vida doméstica que es más trabajo que escribir, leer y mandar mails. Entonces aquí están los días para celebrar que todos los fines de mes el estado santiagueño me paga por dedicarle unas cuantas horas de mi día a pensar en lo que él necesita que piense (Digo necesita a falta de mejor palabra), y yo lo agarro contenta. No quisiera que sea conformismo, ni resignación, sino una manera de lograr que mi vida tenga color.
No llegaré a renunciar a mi trabajo para dedicarme a escribir, (principalmente porque yo trabajo en la profesión que elegí) pero puedo usar mis ratos libres para dedicarme a ser la persona que quiero ser, y por ahí, si queda un ratito, para cocinar, limpiar y planchar…

Carta abierta a don ladron


Señor arrebatador de carteras en la vía pública: La conciencia de clase no me deja pasar esta oportunidad sin expresar lo inconveniente de su negocio. Tras romper mi cartera, con un uso de ya 2 años, es decir, totalmente amortizada, Ud. logra un beneficio, que está lejos de ser proporcional con los perjuicios que me atañen, y muchísimo más lejos del bien que le genera al sistema capitalista que, precisamente, promueve y favorece la existencia de este tipo de prácticas.
En primer lugar, Ud se lleva una cartera con la suma de $50 que alcanzan para… supongamos 7 Kg de pan? 8 cervezas? 10 porros? Y un celular que puede vender a, muy generosamente, otros $50. El resto de lo que contiene mi cartera no vale para nada, salvo que quiera regalarle a alguna novia mi llavero, mi billetera, mi monedero, mi lápiz de manteca de cacao fruity shine de cereza (aunque posiblemente Ud encuentre la manera de re-valorizarlos), todo usado.
Ahora, una vez que usted desaparece con todo eso y a mi no me queda más que hacerme penca en la comisaría más cercana (porque el oficial de servicio fue a atender un choque en el autopista y no hay nadie más que pueda tomarme la denuncia)[1] y bancarme el saludo falsamente cordial de las operadoras de Link, Visa y Banelco[2], a lo que tengo que agregar la insoportable grabación de Susana Gimenez, Martin Palermo, Ariel Ortega y Echarri en el *611 de Claro, comienza un camino de erogaciones muy poco funcional para ambos.
Link me cobra cerca de $40, para reponerme el plástico, Visa unos 60 aproximadamente, Claro quiere hacerme un recargo de ciento y pico porque estoy tratando de renovar mi aparato antes que se cumpla un año del último que compre para mi línea. Además, tendré que pagar $30 en el registro civil para que me den un nuevo DNI y otros tantos pesos a alguna marca confeccionadora de carteras, billeteras y monederos. A eso, se le agregan los $300 que cuesta una cerradura nueva de la casa (por las dudas) más los $20 que gastare en las nuevas copias de las llaves perdidas. 
Si sumo todo, resulta que en el lapso de más o menos una semana, terminare dando voluntariamente, cerca de $1.000 a “personas” que, si bien viven del comercio y el intercambio de objetos por dinero, terminan obteniendo un beneficio muchísimo mayor que el que usted logro al hacerse con mi cartera, no porque la suma sea considerable, sino porque alimenta y reactualiza al sistema.
Claro está, que quien más pierde soy yo. Aunque, en tren de sinceridad, no es que gastar me genere ningún tipo de malestar[3], sino más bien que mi dinero vuelve a quienes más tienen, o para decirlo de otra manera, a quienes menos lo necesitan. Para link, los $40 que vale mi tarjeta, es un grano de arena en una playa. Sin embargo, para mí, $40 es el boleto de toda una semana para ir y volver de mi trabajo, ¿para usted, cuanto es $40? ¿Y los mil?
En definitiva, pienselo, capaz que podría re-ver las condiciones de su negocio y lograr mayores beneficios por el mismo o menos riesgo. Al fin de cuentas, esta delincuencia, aparentemente le reporta ganancias mucho más exiguas que las que le reporta a otros, no llamados delincuentes.


[1] Tengo la sospecha que es el único que sabe escribir.
[2] “¡Buenas noches! Ud se ha comunicado…” o “Hasta luego, que tenga unas buenas tardes”. Buenas tardes? Llamo para cancelar mis tarjetas!! ¿Te parece que puedo llegar a tener unas buenas tardes/ noches y lo que resta de la semana pendeja de mierda!!!???
[3] Más bien sería todo lo contrario, salvo por el desafortunado hecho de que no tenía ninguna intención de invertir mi dinero en estos menesteres.

Parole, parole, parole y algunas preguntas...


Cada vez que tengo que escribir se me plantea la dificultad de ordenar sensaciones y pensamientos que ocurren de manera simultánea. Sin embargo, el lenguaje me obliga a particionar (Existe esta palabra? O solo existe partir[1]), a organizar y a presentar de manera secuencial las ocurrencias mentales (y también físicas).

Aquí, puntos, comas, puntos aparte, puntos y coma, dos puntos, signos de interrogación, de admiración, etcétera, etcétera se convierten en las herramientas que, de una u otra manera (y dependiendo siempre de la pericia de quien las utilice) permitirán expresar mejor o peor eso que tanto quiero decir, es decir (valga la redundancia), expresar, manifestar, poner en palabras.
Aaahhh… las palabras, las palabras. “Perras negras” que vaya a saber donde se meten cuando más se las necesita.

¿Será que tendremos que ponernos a leer tal como recomendó una cultosísima[2] escritora cordobesa el pasado miércoles 15 de junio, durante los eventos que organizó la subsecretaría de Cultura de la Provincia, en conmemoración al día del escritor? Y esto en respuesta a que otro, escritor también, manifestó que a veces le cuesta encontrar las palabras.

¿Pero, como es posible que cueste encontrar palabras? ¿Acaso no vivimos rodeados de palabras? ¿Acaso no es suficiente con Bello, Hermoso, Lindo, Doble, Plus para expresar la perfección de un rancho que se levanta en medio del monte santiagueño, rodeado de verdes árboles y blancas nubes que sirven de marco natural a la belleza folklórica de nuestra generosa madre tierra (o mejor dicho pachamama)?

Por favor! Si palabras hay en todas partes. Cada vez que tomamos el colectivo leemos palabras: “La Banda”, “Santiago”, “Fernández”, “Fandet”, “Camino de la costa”, “Maco”. U otro ejemplo, en el centro: “Ofeta”, “Oferton”, “Liquidación”, “Desc.”, “Ahorro”. ¿Es esto poco?

¿Los 5.000 fonemas que utilizan las personas más cultas (y no cabe duda que quienes estában ahí eran todos cultos. Compran libros en librerías habilitadas y leen a Paulo Cohelo) no son suficientes? ¿Para qué inventar nuevas palabras como, por ejemplo, el giglico que hablaban Oliveira y la Maga allá por 1960? El giglico que usaba palabras como “noema”, “hidromurias”, “apeltronado”. Cortazar, señora, Cortazar, si… un muchacho que nació en 1914, capaz que alguna vez lo escucho nombrar, seguramente le suene porque fue maestro de escuela (como usted), después traductor, periodista y escritor, inventaba palabras. Imagínese señora, si él, que 30 años después de su muerte, sigue vendiendo libros (en las librerías), generaba nuevas e inentendibles (aunque inferibles) formar de expresión, como no lo va a hacer un chango santiagueño? ¿Será usted capaz de inferir que a Julio le faltaba lectura? ¿Le propondría usted “escribí un diario íntimo”? ¿Como Ana Frank? ¿O cómo yo, que desde los 6 años escribo mi diario y nunca lo he abandonado?

Y después? Ah, después publicamos un libro de cuentos sobre parejass que se separan tras 20 años de vivir juntos porque él se enamora de una ninfa que lo envuelve con la flor de la juventud[3], o quizá sobre el orgullo de preparar las valijas y abandonar el nido fecundo que alguna vez compartimos de donde me llevo tus palabras, tus besos y tus sonrisas marcadas en mi piel[4].

Y es que el amor, el amor, el amor… el amor es poético, es limpio, es puro. En el amor, nada de sexo, ni putas, pijas, conchas o malas palabras.

Borges jamás uso una mala palabra en alguno de sus cuentos. Él si que era un hombre hecho y derecho que no se andaba preguntando si escribir es un don o un tormento, si el mundo/Argentina/Buenos Aires/ Santiago necesita escritores; en definitiva, si para qué sirve el arte[5]. No, esas preguntas se las dejamos para Beckett, o para Aristóteles, allá por el siglo V antes de Cristo. Y es que claro, en la edad contemporánea, ya no nos preguntamos esas cosas. En la edad contemporánea escribimos despreocupadamente sobre las flores que renacen en primavera y la felicidad que implica un nuevo amanecer diario.

Y si a alguien se le ocurre decir que no le gusta la primavera o las flores porque le da alergia, hay que darle cariño. Pobre, no sabe lo que es la vida. Es muy joven aún, no sabe lo que quiere, está perdido, no tiene proyectos… Así son los jóvenes de hoy en día: perdidos, apáticos, bocólicos, tristes, drogadictos!

Hoy en día hay que ser feliz. Sisisisi… como buenos postmodernos, la felicidad, el placer, la inmediatez y la globalización se convierten en exigencias impostergables.

Asi que señores, déjense de preguntas sobre si el arte sirve para mejorar la calidad de vida de las personas, Si cuales son los parámetros para determinar qué arte es mas valioso que otro, Que cuando algo es arte y cuando mero vomito concienzudo en forma de palabras escritas.

Preguntas no, porque las respuestas pueden no gustarnos, o incluso peor, respuestas puede que no haya, y entonces…?


[1] Partir? Partir a donde?? No, no, no. Yo no quiero partir hacia ningún lado, me refiero a cortar, trozar, separar, desmembrar… disgregar? Disgregar también. Si, disgregar palabras y pensamientos.

[2] ¿Existe esta palabra o la acabare de inventar? ¿O será Cultusísima?

[3] Poético, no?

[4] Pura emoción.

[5] Quien tenga la respuesta, por favor, levante la mano.

Apuntes para la próxima


La esperábamos, vino con atraso, llego y finalmente, como todo, pasó.
Como resultado, me dejo agotada y con una constelación de sensaciones.
La feria del Libro de Santiago del Estero, tuvo de todo, hasta carencias.
Escritores venidos de los cuatro puntos cardinales coparon el Parque Oeste, pululando en medio del calor santiagueño y entrando en alguna que otra actividad, para terminar charlando con los asistentes.
Aburrimiento, hastío, desconocimiento, nostalgia por el cemento porteño fueron las sensaciones que pudieron dilucidarse.
Y si, en Santiago hace calor, pero no es cierto que todo el mundo duerme la siesta, sino no hubiésemos podido encontrarnos durante dos jornadas en la Clínica de Poesía que dio Osvaldo Bossi.
Ahí estuvieron señoras escritoras que asisten regularmente a diferentes talleres literarios y llegan con preguntas “¿Esto está bien? ¿Esto es así?”, señoritas que están haciendo sus primeras armas en la escritura y leen a Pablo Neruda y Alfonsina Storni; y finalmente, en menor medida otros jóvenes que conocían al tallerista por diferentes medios y querían aprovechar, aunque más no sea un poco, de lo que su experiencia podía ofrecer.
Las ausencias no dejan de sorprender y me ponen a la defensiva para la próxima vez que escuche “En Santiago no hay espacios, es siempre lo mismo. La poesía está anquilosada”.
Por otro lado, despierta una cierto reconocimiento para quienes, con más de 50 años y con muchas menos lecturas que otros, se predisponen al aprendizaje.
También vino Alberto Laiseca, una leyenda para los lectores contemporáneos.
Su presentación tuvo una amplia convocatoria y aunque el viejo perdió sus machetes y olvido la mitad de lo que tenía para decir, nos deleito con la primera forma de lectura que se conoce a lo largo de la historia: la lectura oral.
¿Falto ambientar mejor el espacio con una iluminación acorde a los cuentos? ¿Hubiéramos querido que no se filtre tanto el sonido ambiente?
Pues bien, que se tengan en cuenta esos puntos para mejorar la próxima edición.
¿Que mas? Hubo mesas de poesía. Poetas de varios puntos cardinales se juntaron en una salita del Centro Cultural a leer su producción. Algunos más histriónicos que otros, algunos más pop que otros, algunos más conocidos que otros y algunos, con más suerte que otros.
El “publico”[1] consumidor de poesía en Santiago parece no estar muy al tanto de las reglas de cordialidad y buen gusto. Entrar y salir de la sala, con una puerta que chirriaba cada vez que se la tocaba, tropezar, saludar amigos y conocidos, reírse entre dientes y recibir mensajes de textos con los ringtones más estrambóticos fueron algunas de las constantes. Alguien dijo: “Hay que tener al público cautivo” y a lo que se respondió: “Si, cerremos la puerta y que no salga nadie mas”. Lo cierto es que no me parece tan mala idea. ¿A qué clase de experiencia estética se puede acceder cuando en medio del poema estoy pensando en que acaba de llegar un amigo? Como no se puede educar al “público” con respecto al silencio, la permanencia, y el cumplimiento de horarios, al menos para la próxima, tomo nota de lubricar los goznes de las puertas, así, aunque sea, tengo un sonido ambiente menos.
Llego el domingo, la feria ya se terminaba. El viento y la tierra nos castigaron, pero ya estábamos relajados. Entonces, llego el momento de máxima tensión: Tres actividades se juntaron en el mismo espacio.
La comodidad y la intransigencia estuvieron a la orden del día.
Y es que hay que decirlo: nadie quiso dar el brazo a torcer y se genero un ambiente poco favorable tanto para la reflexión, como para la percepción artística. ¿La solución para el próximo año? Ubicarse (?), dejar las pasiones en casa, ordenar las ideas (?), hacerse cargo de lo que no nos corresponde… Complicado, porque en cuestiones tan finas, no existe una verdad absoluta, pero sin embargo, la reflexión se hace necesaria, así como el cambio de actitud.
Por otro lado, en las carpas, busque al Suri Porfiado y a La Funesiana. No las encontré. ¿Se cancelo su venida por temas de agenda?
Finalmente, de resumen, puedo decir que pase tres días (el jueves no fui) corriendo de una actividad a otra.
Mesa de poesía, presentación de libros, películas, lecturas públicas, teatro, talleres de vocación, critica literaria, exposición de obras visuales… si, me canse, había de todo.
¿Mala organización? ¿Horarios desfasados? ¿Y que esperábamos? Es una feria, palabra que etimológicamente viene feriado: Tiempo de fiesta. ¿Acaso alguien conoce una silenciosa, ordenada, limpita y sin conflictos?
Creo, a titulo absolutamente personal, que es mejor esa entropía al silencio, es mejor hacer algo, capaz que a medias, con errores y seguramente muy corregible, a quedarse siempre en el molde criticando y/ o admirando lo mucho o poco que hacen los demás.



[1] Y lo pongo entre comillas porque no estoy muy convencida de que ese sea el termino apropiado para quienes gustan de leer y escuchar poesía y/ o literatura.

Endorfinas aeróbicas


Llego al gimnasio y conscientemente elijo la bicicleta que justamente, evita el espejo. A los 5 minutos de pedalear en el mismo lugar me agito y comienzo a preguntarme ¿Por qué no me voy a casa a ver una película o a terminar la novela de 500 páginas en la que me embarque hace ya dos meses?
Como respuesta, Mr. Hyde me recuerda los 5 kg que aumenté en el último invierno. Entonces me quedo, porque alguna vaga sensación de autorrealización me hace pensar que algún día los bajare.
Mientras, miro a mí alrededor y puedo contar a otras 10 mujeres, cercanas a los 30 años con más de 60 kg. Sometiéndose a las mismas torturas aérobicas que llevo adelante 3 veces por semana.
Asimismo, en el salón del gimnasio puedo identificar a dos hermosas sirenas que sin ningún esfuerzo aparente levantan 40 kg, cuando ellas mismas no deben superar esa cifra. Están ahí generando la envidia y la admiración de todas las otras que en lo único que pueden pensar es en los helados que se tomarían, en las compras que hay que hacer en el supermercado, en los deberes de los chicos, en la depilación y en la cara que pone el esposo cada vez que Anabel Guerrero aparece en la pantalla del televisor.
Un rato después comienzan los aeróbicos. La música solo estimula mi deseo de tirarme por la ventana y huir despavorida hacia un lugar más silencioso y armónico donde no tenga que escuchar el ritmo repetitivo de “I know you want me, you know I want you”. Pero, de nuevo, mi alter ego me dice que me quede, que si vengo mañana de nuevo y no como nada por una semana, talvez, en tres meses, pueda perder alguno de los 10 kilos que ya aumente desde que terminé la secundaria.
A la hora de las sentadillas, tengo la suerte de observar la tanga roja de la señora de mediana edad, que a través de su calza air fit me recuerda la crueldad de la ley de gravedad y es cuando mi indignación llega al límite. ¿Para qué me quedo? ¿Por qué no me resigno que a mis 30 estoy más cerca de ser la versión subdesarrollada de Bridget Jones que de convertirme en la Renée Zellweger morocha? Pero algún remoto sentido de la vanidad me hace quedarme.
No sé bien como, pero ya pasó una hora. La música de Maná suena cerca y sus letras cursis me recuerdan que apenas faltan minutos para salir de ese antro de frivolidad.
Por último, cruzo la puerta cantando “como quisiera poder vivir sin aire” y recordando la escena de Legally blond donde Elle dice: “El ejercicio genera endorfinas, las endorfinas te hacen feliz. La gente feliz simplemente no le dispara a sus maridos!”

De novelas


Lo he intentado, si si si, luego de mucho tiempo quise volver a ver telenovelas.
La última que había seguido con regularidad fue Padre Coraje, hace ya como 5 años. Luego, la vida que comienza después de las 21 y la libertad con que se manejan los horarios en la televisión argentina, atentaron contra mi regularidad con las historias organizadas en capítulos diarios.
Pero esta vez, debido a que escuche a varias compañeras de trabajo hablar sobre “Valientes”, “casi ángeles”, “Botineras” y “Malparida”, me dije: “Aquí hay algo que me estoy perdiendo”, por lo que me autoimpuse el desafío de regresar a las telenovelas.
Debo decir también que no estoy bien segura sobre por qué las abandone. Creo tener un vago recuerdo sobre las historias trilladas, la neurosis de los personajes y esos odios acérrimos que resultaban increíbles. Pero bien, la cultura televisiva está lejos de perder influencia en la sociedad, por lo que decidí seguir adelante con mi consumo audiovisual.
La primera con la que intente fue con “Alguien que me quiera”. Una historia sobre gente linda que tiene una carnicería.
Es ya sabido que cuando el espectador se expone a determinada producción, se convierte en “cómplice” del director, motivo por el cual, la inverosimilitud de las situaciones no pueden/ deben ser duramente cuestionadas. Dentro de la novela, es perfectamente creíble que gente supuestamente “pobre” pueda disponer de vestidos principescos para las fiestas de disfraces donde, obviamente, se generaran todo tipo de enredos y confusiones para que la chica linda se quede con su príncipe, obviamente rico y buen mozo.
Otro de los éxitos televisivos argentinos es “Botineras”. Aquí, las historias son varias, y giran, principalmente, en torno al esclarecimiento, de, en principio, un crimen. A lo largo de la trama, va muriendo más gente (según el raiting) y así aumenta la cantidad de misterios a develar.
La novela, protagonizada por hermosas mujeres, hace uso y abuso de los secretos, secuestros, espías, olvidos, llegadas inoportunas y descuidos de los personajes. Por ejemplo, es muy común que mientras un personaje habla por teléfono, detrás de la puerta haya otro escuchando. De este modo, la información circula a medias entre los interesados por resolver los misterios y colabora en el enrarecimiento de la trama.
Como en toda novela, aquí también los personajes engendran hijos accidentalmente, o bien son engañados para hacerse cargo de una criatura que no les pertenece. Además, la gente pierde la memoria, sufre atentados en los que no muere o de los que resucita radiante y con una sed de venganza renovada durante los interminables días en coma.
Finalmente intente con Malparida. Según Martín Barbero[1], en las telenovelas latinoamericanas (que son el principal producto cultural de exportación) uno de los temas recurrentes es el descubrimiento de la identidad de alguno de los protagonistas. Entiéndase, chica o chico busca padre/ madre/ abuela o bien señora/ señor busca hija/ hijo arrancado de sus brazos al nacer o de existencia desconocida hasta el momento. Este es el eje de la novela protagonizada por la descendiente de una de las familias más famosas, ricas y encumbradas de la farándula argentina. Abuelo productor y director de cine, abuela convertida en institución televisiva a fuerza de mantenerse durante años almorzando en cámara, madre conductora ocasional de magazines y resto de familia levemente escandalosa vinculada a reality shows, estafas empresariales y separaciones publicitadas constituyen el árbol de genealógico de Juanita Viale. A esta información sobre sus antepasados, podemos sumarle el concepto de “Neotelevision”[2], gracias al cual, muchos de los consumidores de novelas, así como quien escribe, tiene gran información sobre la joven que, gracias a la imaginación de los guionistas y productores televisivos, se ha convertido en una pobre huérfana suburbana que se inmiscuye en la empresa de quien podría ser su padre (o el padre de su hermano) para vengar la muerte de su madre suicida. Y es así como podemos ver a una señorita que supuestamente vivió más de 20 años en los barrios pobres de la Capital Federal, caminar con taco aguja de 10 centímetros, erguida, elegante, con un habitus[3] corporal difícilmente aprendido en las zonas económicamente menos favorecidas y muy diferente en el Phisique du rol a sus amigas y vecinas. La determinación del personaje de Juanita no deja lugar a dudas, es él quien está actuando y ella adquiere un papel doble: No solo hace de muchacha pobre, sino que su personaje actúa también su desenvolvimiento en la oficina donde debe seducir a Raúl Taibo.
Un párrafo aparte se merece la abuela ciega vidente y con un sentido del olfato que sería la envidia de spiderman, quien constantemente hace vaticinios sobre el destino del personaje principal y sus galanes. Uno de los más memorables durante la última semana: “Ese olor es el amor y la muerte” (sic).
Ahora me pregunto ¿Qué es lo que sostiene a los espectadores frente a sus televisores? ¿Será que disfrutamos de ver a Juanita Viale hacer de pobre, cuando sabemos que ella está lejos de conocer carencias económicas? ¿Nos gusta imaginar que las modelos que se casan con los futbolistas, en el fondo, deben soportar que ellos sean homosexuales, o no las amen, o las vayan a abandonar por alguna mujer policía? ¿Creemos que todos los crímenes que se cometen, en algún momento, tendrán castigo? ¿Esperamos que finalmente, siempre haya un final feliz y los despojados vuelvan a su verdadero origen de riqueza y legitimidad?
Por mi parte, mientras todo eso sucede, pongo en Warner Chanel y me entretengo con la poca moral del tío Charly en Two and a Half men.





[1] Martin Barbero, “De los medios a las mediaciones”, Nomos editorial, 1998.
[2] Acuñado por Humberto Eco, 1983 (s.d.)
[3] Pierre Bourdieu, “La distinción”, Taurus, 1979.

Hallazgo


Ayer tiré el cepillo que dientes que compre la noche que fui a tu casa por última vez.

Ese que estaba destinado a completar el par en el botiquin de tu baño, y que vendría a acompañar a mis libros en tu biblioteca, a mi edulcorante en tu heladera y a mi campera en tu placard.

Sin embargo, al igual que esos objetos, el cepillo se vino conmigo aquella noche, cuando, tras el amor, y a la hora de dormir, hallé, bajo tu almohada, una pinza para el pelo que yo no había dejado ahí.

Actualización


Hace poco leí por ahi que la poesia no es de quien la escribe, sino de quien la necesita. El caso es que hice esto en junio y hoy la encontre. Espero que Juan no lo tome como un crimen.


25 formas de decir Te quiero

Me tropiezo con tu huella (te quiero)
Me das alegría, placer, tal vez dolor (te quiero)
Me doblaste la patita (te quiero)
Me fusilaste la toronja (te quiero)
Me crusificaras contra la vidriera de un restaurante chino (te quiero)
Mi corazón urde un pimpollo, ayudálo a florecer (te quiero)
¿No querés que vayamos juntos al ansés? (te quiero)
¿A vos no te embola el chat? (te quiero)
Avisame si te duele (te quiero)
Me quemaste las tostadas (te quiero)
Te extraño a mares (te quiero)
Te riego la plantita (te quiero)
Me desconjugas los verbos (te quiero)
Ayer hallome mustio, cacheteando las tempestades (te quiero)
Me despuntas los lápices (te quiero)
Muy arrobador es tu candor y dorado tu donaire (te quiero)
¡Cuánta gracia me haces tu, llena de reina veleidades! (te quiero)
Me dejaste el coche abierto (te quiero)
Por todas partes hay alcauciles en oferta (te quiero)
Dime que ya estás borracha (te quiero)
Calma, calma que te van a explotar las tetas (te quiero)
¡Cómo creció esa naricita! (te quiero)
Chantame un mirlo en el cachete izquierdo (te quiero)
Aqui perfume es lo que sobra (te quiero)
Capaz que traspongamos la milonga (te quiero)

25 formas de decir te extraño
Me tropiezo con tu huella (te extraño)
Me dabas alegría, placer y dolor (pero te extraño)
Una vez te doblaste la patita (el deporte no es lo tuyo)
¿Te gustan los citricos? (te extraño)
Te crucificare la próxima vez que me toques la bocina (te extraño)
A mi corazón se le marchitaron todas las flores (te extraño)
Que feo debe ser trabajar en el anses (te extraño)
Me embola chatear con vos (porque te extraño)
¿A vos también te duele? (te extraño)
Dices que la felicidad huele a tostadas (te extraño)
Te extraño a mares (y más)
Nunca me hubiera llevado tu planta (pero te le regaba si querías)
Primero estuvo el verbo (te extraño)
Ayer hallome mustia, cacheteada por las tempestades (te extraño)
¡En tu casa no había lápices! (te extraño).
Me enseñaste a poner bien la vajilla (te extraño)
¡Cuanta gracia me haces tu, con tus temas recurrentes! (te extraño)
Por todas partes, fiambres y comida para gatos (te extraño)
Te compre un libro en Baires (te extraño)
Si, me emborracho muy rápido (te extraño)
Calma, clama, que se te van a salir los ojos (te extraño)
Cuidate la nariz (te extraño)
No me chantes nada, que vos tienes más fuerza (te extraño)
Prende un sahumerio (te extraño)
Capaz que transpongamos, otra vez, la milonga (te extraño)

Demasiado cansada para pensar un título

Como nunca, no esta apurada.
Dispone aún de una hora para llegar a tiempo a su trabajo, así que puede caminar.
¿Cuantos metros habrá desde Belgrano al 2000 hasta 25 de mayo al... 100 (?)?
¿Cuantos recuerdos hay en todas esas veredas?
En el banco hay una cola larga de gente y ella no tiene plata.
Igual podría tomarse el colectivo, es sólo $1.25.
O un remiss que cuesta $4. Lo sabe.
Pero tiene tiempo, y puede caminar, y piensa en como desanda un camino que antes recorrió en la dirección opuesta. Y no se pone los auriculares porque está cansada.
Alsina y Belgrano.
Ahí la dejaba el colectivo y eran 10 cuadras hasta la universidad, durante 4 años seguidos.

Éran pobres, por eso caminaban.
¿Acaso no somos pobres ahora?
También, pero podemos pagar el remiss, o el auto, o el alquiler, o el hotel y no hacer infantilismos en la terrazas o en los dormitorios de las casas de nuestros padres.
Y podemos no quedarnos en los bares con las ganas saliendonos por las orejas y la promesa de que no vernos nunca más.
Y despues encontrarnos otra vez, en cualquier lado, de casualidad y decirnos "holacomoestas" como buenos adultos que somos.
Y todos los recuerdos de las millones, miles, cientos o talvez apenas docenas de cuadras que alguna vez caminamos no son más que eso.

Está cansada decía...
Duerme poco? No.
Trabaja mucho? Tampoco
Demasiada actividad física? Evidentemente no, sino no caminaría.
Muchas preocupasiones? About? Hijos, deudas, familia, estress laboral? Ni cerca.
Y los recuerdos? Son tan pocos que ni tiene que cargarlos.

Y entonces está todo bien, porque puede caminar 20 cuadras por puro placer y llegar a tiempo para almorzar. Y no tiene que preocuparse por la cuota del colegio o porque alguna enfermedad terminal este comiéndola por dentro, y ni siquiera son importantes los recuerdos porque son pocos, tan pocos que ni pesan, tan pocos que ni importan, tan pocos que se acaban y no hacemos más recuerdos y eso cansa.

toy - sex - boy


Hoy Alicia hizo una entrevista típica de la revista para la que trabaja, es decir, vinculada netamente al sexo.

Sexo y muerte es lo que vende "Cambio", y si vienen combinadas mejor.

En este caso no.

En este caso Alicia entrevistó a un stripper... stripper es el eufemismo...

Para decirlo de una forma cruda, este señor es un comerciante: vende sexo a mujeres.

35 minutos de charla y mentiras (sos re lindo, le dije) en que Alicia pretendía llegar al meollo de por qué las mujeres deciden pagar a un hombre para que les haga mimos (eufemismo 2) sólo sirivieron para que el escultural vendedor de placer me diga, lo que la cultura (y la experiencia personal) me hizo saber hace años: "Todas quieren casarse y tener hijos", incluso él!!!!

Risa desilusionada de Alicia (porque una cosa es que yo pretenda alguna vez pasar por el registro civil y adquirir la mitad de las deudas de algún representante del sexo masculino, del que me guste su información genética y con quien esté dispuesta a crear un nuevo ser humano, y otra es que lo hagan personas que han llegado a ver el sexo y el cuerpo como mercadería).

Actualmente, el adonis santiagueño, quiere tener un hijo, casarse, "formar una familia" (sic).

Entonces... resulta que estas innovadoras mujeres que contratan servicios poco convencionales, y este novedoso prestador tienen como objetivo en la vida, formar parte de la célula madre de la sociedad.

Ellos, que se mueven en la noche, en la oscuridad, y casi en la clandestinidad (ya que muchas de las que contratan son casadas o tienen novio) no pretenden de la vida más de lo que la escuela y el catolicismo nos inculcaron durante siglos.

Ahí es donde el intelectualismo se me desarma y recuerdo las tan odiadas escenas de películas holiwoodenses de finales felices, vestidos blancos y bandas sonoras a lo Usher y me pregunto ¿Donde está la capacidad de desilusión del hombre?

Luego de haber visto tanto cinismo, tanta familia disfuncional, tanta mentira, ¿Por qué seguimos buscando eso?.

Mi respuesta (provisoria por cierto), es que en el fondo, los hombres (y las mujeres entre las que me incluyo), seguimos creyendo que seremos lo sificientemente fuertes como para vencer un montón de vicios inherentes tanto a nuestra naturaleza como a la misma sociedad en la que vivimos, y podremos, al fin de cuentas decir "y fueron felices para siempre comiendo perdices".

Mi vida con Mario

Tengo 11 minutos.

Se supone a las 17 llegaran los diseñadores del diario y empezaremos a preparar las páginas.

Sin embargo, desde el domingo estoy pensando en el famoso Mario Benedetti, que se murió, que escribió muchas poesias y a quien yo lei desde mis adolescencia (que por cierto no está tan lejos).

Resulta que mi primer encuentro con él fue cuando tenía como 16 años. Nadia tenía en la casa de su abuela una colección de libros de grandes escritores que publicaba Pagina 12. Me tome prestado uno que aún no le devolví. Era un préstamo a largo plazo se ve. De ahí, la lectura que más me conmovio fue un cuento corto que se llama "la noche de los feos". Capaz que lo que más me impresionaba era imaginarme que algún día podía ser así de fea y estar parada sola en la cola de un cine. Por ese tiempo también, un jovencito q conocí, me regalo un papel donde estaba escrito "Corazón coraza". Recuerdo que siempre me preguntaba como podía él suponer-imaginarse-creer que yo era "buena desde el alma hasta mi", si ni siquiera me conocía. En fin... tampoco me conoció.

En una tarde de Agosto de 2007, Franito se llevaba un libro de Benedetti para leer en los tiempos muertos de un curso de abogados al que iba. Era "Gracias por el fuego" me parece. Ese día me preguntó si había leído "La Tregua" y se indignó ante mi "in-cultura". Más o menos que me obligo a leerla, al prestarme el libro sin que se lo pida (creo). De esa novela, lo que más recuerdo es un texto donde él relata que le contó a Avellaneda toda la verdad sobre su mujer fallecida. Había una frase "Se lo conté porque es digna de la verdad" o algo parecido. Me quedó muy grabada esa idea de "Dignidad". Ser digno de que a uno le digan toda la verdad, y q este hombre mayor, en su enamoramiento, pueda reconocerle esa dignidad a su amada.
.
Una noche de noviembre de 2008, en costanera norte, frente al aeropuerto, un mimo me dijo cara a cara los versos de "Tengo una soledad tan concurrida".

Marcos nunca habrá sabido que "Ya mi rostro de vos
Cierra los ojos
Y es una soledad
Tan desolada" eran poco más que la puesta en palabras del sentimiento que me embargaba en aquellas noches porteñas, y en las actuales bandeñas.

El asunto es que este hombrecito, Benedetti, fue un escritor popular. Toda personas más o menos iniciada en la literatura conoce de sus textos, y probablemente su principal riqueza resida en haber codificado en palabras esas sensaciones tan comunes a las personas.

Deseos de veinteañera

Para mis 27 años deseo, me prometo y me propongo convertirme en una chica normal.
Si, si, si... de ahora en adelante, adios a las zapatillas, chinelas y chatitas. A partir de hoy, riguroso taco, para corregir la postura y la falta de estatura (que no es lo mismo que de "altura") y maquillaje para cubrir los defectos de mi cara con el reboque de la cosmética. Además, me olvidaré de mi desprecio por la industria cultural y a partir de hoy vere telenovelas, si son mexicanas y brasileñas mejor, y a través de ellas aprenderé como se comporta una mujer, y sabré de las peripecias de la vida. Asimismo, leere el diario: El Liberal, Clarin, La Nación, y por supuesto, el Nuevo Diario (Nada de la Barcelona o Crítica, porque las chicas normales no entienden de esas cosas). Entre mis nuevos gustos literarios se destaca también Paulo Cohelo. El brasileño se convertirá en mi nueva fuente de inspiración y lejos quedarán Cortazar, Octavio Paz, y mucho más Joseph Conrad (Las chicas normales jamás leeran Rayuela 3 veces, ni se creeran que amarnos eras vos con un vela verde). Dejare el gimnasio, definitivamente dejaré el gimnasio, porque la vanidad no es valor que cultiven las chicas normales. Aparte, a esa hora seguramente estaré en mi curso de inglés para adultos (las chicas normales no terminaron el anglo cuando iban a la secundaría, tenían cosas más importantes) o de salsa. Si yo hubiera sido una mujer del siglo XIX, me hubiera dedicado a aprender a coser, o a bordar, pero me toco el siglo XXI, y seguramente deberé hacer un curso de computación también. Al dejar el gimnasio, empezare a engordar, comere chocolate y galletas en exceso, pero una vez por mes llevare adelante la dieta de la luna, para desintoxicarme.Por otro lado, mis gustos musicales también cambiaran. Desde este momento, Luis Miguel y Ricky Martin en convierten en mis artistas favoritos. ¿Quien me va hablar a mi de Jorge Drexler, que en su vida el único tema que hizo sirvió para una publicidad de sopa?, ni qué decir de Los Beatles, que ya se separaron hace 1000 años. Esa música escuchaban, a lo sumo, los padres de las chicas normales.
Los fines de semana serán particularmente especiales para mi. Viernes y sábado tendré mesa fija en Chester y entrada gratis para Cayococo, Fidel o La Sala. A esos lugares, acudiré con mis amigas, todas ellas, por supuesto, señoritas absolutamente normales que gustan del regaton y saben contornearse espasmodicamente al ritmo de Don Omar o Daddy Yankee, quienes también cuentan entre nuestros músicos favoritos. En esos lugares de socialización nocturna cautivare la mirada de algún empleado público provincial con incipiente calvicie que use el celular colgando del cinto del pantalon. Este respetable señor, me invitará a bailar una cumbia y en medio del ritual me preguntara seriamente interesado "¿De qué signo sos?". Luego, siguiendo religiosamente los pasos del cortejo, me llamara por teléfono, me enviará mensajes y me invitará a salir a tomar algo (o todo). Pero como yo soy una chica normal, y ya me instruí sobre los deseos de los hombres a través de las novelas, sabré decir que no, cuando quiera decir sí (Hay que hacerlos desear, me enseño televisa).
Una vez que el muchacho haya insistido lo suficiente y yo esté convencida de sus buenas intenciones, accederé a una salida a Fini o al Carlos V, donde tomaremos café o cerveza.Después iremos al cine a ver alguna pelicula de Hugh Grant o de Stallone (Nada de David Linch o cine japones, que a Santiago tampoco llega). A todo esto, yo ya estoy absolutamente convencida de las buenas intenciones de mi festejante y él se ha ganado el derecho de conocer mi entrepierna en el asiento trasero de su auto (o de sus padres), o en algún hotelucho barato de esos que abundan en la Capital (y tb en La Banda).
Y así, luego de varias novelas y fines de semana en Chester conociendo empleados del IPVU, me olvidaré que un día creí que el amor se manifestaba de las formas más contradictorias, y que en un tiempo me bastaba con tu olor para saber qué era todo lo que quería.

Diez años no es nada




Encontre esta foto en mi memoria y le pedi a Marian que la escaneara y me enviara vía msn. Y es que haber compartido un segundo egreso juntas me disparo (aunque unos días después) el recuerdo de esta imagen que capturo Sergio la noche de nuestra cena de egresadas de secundaria, allá por el 17 de diciembre de 1999. ¡Qué ganas de sentirnos "mujer" que teníamos! No se cuanto fucking tiempo habremos estado eligiendo vestido, zapatos, peinado, tomando sol y yendo al gimnasio (al menos yo). Pensar que la comida nos cayo mal me resulta muy gracioso hoy.
Por otro lado, decido poner estas fotos en este espacio público, y permitir que un monton de gente pueda verlas porque es un hermoso recuerdo de toooodos los momentos que compartimos en estos más de 10 años desde que nos conocemos y somos amigas, compinches, confidentes, compañeras.
Sí que pasamos momentos juntas: novios, amigos, amantes, secretos, inicios, apuntes, proyectos, la idea de tener hijos (o no), una carrera que nos puso donde estamos, e incluso la cama. Te suena lésbico? A mi me suena super tierno, será porque sólo dormi con quien amé.
En fin... el asunto es que los actuales 1200 km que nos separan, no lograron distanciarnos y realmente me sorprendió como al llegar a tu casa el 26 de septiembre último tuve la clara sensación de que nos habíamos visto ayer.En definitiva, estamos iguales: vos pareces una muñeca y yo conservo la sonrisa.
.
Eso sí, yo estoy mucho más joven =P

Marcas y lunares

Debajo del ombligo, hacia la izquierda tengo una pequeña manchita un poquito más oscura que el resto de la piel. Recuerdo haberla mirado mucho de pequeña cuando con mi hermano íbamos a dormir en la cama de mis padres. Y es que mi madre tiene ese mismo lunar.
Una marca tan inocente, tan cotidiana, tan incorporada que solo años después me permitió darme cuenta que poseo la misma específica pigmentación porque soy hija de mi madre.
De hecho, también llevo una verruguita que tiene mi padre y, para mayor impresión, la comparto con mi hermana menor.
Pero además de estas manifestaciones físicas, hoy, mirarme el lunar me hace pensar en todos los otros "lunares" heredados de mis padres que tengo. Marcas, expresiones, formas de actuar y de pensar que sin desearlo, sin quererlo y sin saberlo determinan mi comportamiento actual. Todas esas cosas que ellos también, sin pretenderlo, dejaron en mi y que invariablemente me determinan y condicionan.
Pensar que tanto tiempo invierte uno criticando a sus padres, descubríendole los defectos, peléandose con ellos porque exigen que hagamos nuestra cama o que nos recibamos de ingenieros nucleares, o aunque sea de Licenciados en comunicación social, para un día, como si nada, mirar una foto (o hacer la cama) y descubrir esas similudes que inevitablemente cargamos y caragremos el resto de nuestras vidas.
Por suerte existe el psicoanálisis, que nos invita a mirarnos, a objetivarnos, a entenderlos y a no repetir historias.
Sin embargo, hoy me pregunto, si cuando llegue a los 52 años no querre ser como mi mamá.

Dialogo Biónico

En mis tiempos de estudiantes (y lo digo como si ello fuera hace aaaaaños) alguna vez me pasaron un mail donde se daban diferentes características de los "aspirantes" a comunicadores. En una de ellas decía: El estudiante de comunicación no lee textos, sino que discute con autores. Entonces pienso en todos esos trabajo que hice siguiendo las teorias de Dallera, de Bourdieu, de Garcia Canclini muy especialmente.
Pero en este momento mi discusión/ diálogo será con alguién (o alguienes) un poco más pedrestres, no solo por la calidad de su producción, sino por él ámbito en que se mueven: el de la música.
Mis interlocutores virtuales son los amigos de "Tan biónica", grupo de múscia rock que conocí a través de mi querida, queridísima amiga Nadia. Ellos tienen una cancioncita, de la que hicieron un video clip y todo, que se llama "Arruinarse".
Y aqui vamos: Este verbo, por supuesto, se encuentra en un contexto (que como todos sabemos, no es lo mismo que el co- texto). Veamos cual es el contexto de arruinarse: "Que lindo arruinarse con vos". Esto es lo que dice la canción en su estribillo. Interpela a alguién, expresando su satisfacción, pero utilizando un verbo que posee connotación peyorativa. Es cierto que la poesía y la literatura están plagadas de estos usos plásticos del lenguaje, pero la elección del verbo nos deja ver ya la tónica de lo que sucede en esa supuesta relación.
Y esto, luego es ratificado en el contexto más amplio de la canción. Aqui, un ejemplo más que gráfico:
. Y cada vez que pienso en vos, quiero volver
. Y el brillo de tus ojos rojos, yo quiero ver
. Detesto no saber si te acordas de mi
. O no te importa nada de lo que me pasa
El narrador está sufriendo. Habla en primera persona e interpela a un segundo. Y en este punto, me surgen dos cosas:
1) "Ojos rojos", otro recurso estilístico ya utilizado en el pop argentino. El caso que recuerdo es el de Andres Calamaro, con el verso "Vendra la muerte y tendra tus ojos, tus ojos rojos", línea tomada casi textualmente de un poema de Cesare Pavese. Me llama la atención esa relación de ojos (uno de los organos a través de los cuales percibimos el mundo) y el rojo (a mi entender, practicamente un sinónimo de sangre) ... será "sangre en los ojos"? Si así lo es, quiere decir que es algo definitivamente lastimado, porque ojos con sangre no es lo sano, de hecho, nadie tiene ojos rojos, y si tus ojos, o los mios estuvieran rojos, lo más probable es que tengamos conjuntivitis, o nos hayan pegado una buena trompada. Otra relación podría ser la del rojo con lo infernal, y la iconografía católica nos remite inmediatamente a lo diabólico y así al sinónimo de maldad: Ojos malos. Y aun asi los quiere ver... Y esto me remite a mi segunda observación:
2) Querido amigo biónico: Detestas no saber si el objeto de tu amor se acuerda de vos o no le importa nada? Bueno, haciendo uso de una dura solidaridad te lo voy a decir: No. El objeto de tu afecto, tu chica, tu ex novia, mujer, o lo que sea, ni piensa en vos. O si lo hace, dice: "Que bueno que me saque ese clavo de encima" o, en el mejor de los casos, está pensando "Ojalá que no sufra".
Si pensara en vos, no tendrías que preguntartelo. Ella te llamaría, o vos sabrías que puedes llamarla y no te comerías semejante angustia que te hace llorar en medio de la calle.
En fin... así está la situación con la música urbana contemporánea: letras sumamente sentidas que demuestran confusión, angustia, pero a la vez negación de la realidad, será por eso que nos sentimos tan identificados.
.
.

Citas y ganas

Mi muuuuuy querido amigo Silvio, me dijo que en la parte del "perfil" del msn, donde dice "cita favorita" la pregunta está dirigida a la elección de una frase, pensamiento o elucubración de alguién y no a la elección de una "salida" como puse yo. Entonces, donde yo puse "Vamos al cine!" debería ir alguna frase célebre como "Nada abriga mejor que el calor de una sonrisa" proverbio de no se qué nacionalidad.
Sin embargo, para hacerlo un poco más culto, yo hubiera puesto: "(...) Se advirtió que el hombre es, desde el punto de vista físico, un animal incompleto, un animal inconcluso, que lo que lo distingue más gráficamente de los no hombres es menos su pura capacidad de aprender (por grande que esta sea) que las particulares clases de cosas (y cuántas cosas) que debe aprender antes de ser capaz de funcionar como hombre (...)" (Geertz, 1972: 53).
De todas formas, para ser consecuente con el gusto personal, debería escoger algo relacionado con la literatura como: "Y de ahí también que el amor sea, sin proponérselo, un acto antisocial, pues cada vez que logra realizarse, quebranta el matrimonio y lo transforma en lo que la sociedad no quiere que sea: la revelación de dos soledades que crean por si mismas un mundo que rompe la mentira social, suprime tiempo y trabajo y se declara autosuficiente. No es extraño así, que la sociedad persiga con el mismo encono al amor y a la poesía, su testimonio, y los arroje a la clandestinidad, a las afueras, al mundo turbio y confuso de lo prohibido, lo ridículo y lo anormal. Y tampoco es extraño que amor y poesía estallen en formas extrañas y puras: un escándalo, un crimen, un poema ..." de Octavio Paz, en El laberinto de la soledad.
Aunque esto, para cita, sería muy larga, y talvez debería elegir algo más corto como: "Hay pocas formas de decir lo indecible" del mismo autor pero en La llama doble, o quizá algo como "No se es feliz con no ser infeliz" de Julio Cortazar en Salvo el crepúsculo, aunque también querría escribir "Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oir tu voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo sucesivo" de Borges en El amenazado. Sin embargo, estoy segura que nunca hubiera estado tranquila si no citaba también un fragmento de La tregua, de Benedetti "No la inventé, primero porque creo que Avellaneda es digna de la verdad, y luego, porque yo también soy digno, porque estoy fatigado (y en este caso la fatiga es casi un asco) del disimulo, de ese disimulo que uno se pone como una careta sobre el viejo rostro sensible". Y por supuesto, jamás podría no haber puesto algo de mi libro favorito Arrancame la vida, de Angeles Mastretta "Nadie se muere de amor, ni aunque quiera".
En definitiva, no me hubiera decidido, y de última, estoy segura que alguién, alguna vez, habrá dicho "Vamos al cine!".

Frases hechas... con amor

Si es para tu bien yo te apoyo, al mal tiempo buena cara, el tiempo cura todas las heridas, hay que mirar para delante, siempre que llovió, paró; no llores, de los errores también se aprende, a esas cosas hay que verle el lado positivo, no se merece tus lagrimas, ni los colores sabe!, todos nos equivocamos algunas vez, ahora ya sabes qué errores no tienes que volver a cometer, vos sos una chica linda, buena, inteligente, siempre hay que tratar de estar mejor, todo va a salir bien, no hay que desesperarse, contra eso no se puede hacer nada, si no se dá es porque no es para vos, algo bueno te está esperando, siempre hay que tener tiempo para los amigos, mira que hermoso cielo”.
Y un largo etcétera de frases hechas, comentarios, consuelos, refranes, máximas de cadenas de e-mails que apuntan a hacernos sentir bien. Nuestros amigos, conocidos, familiares, en definitiva, la gente que nos quiere (y porque nos quiere), trata de consolarnos apelando a la más variada colección de recetas de psicología casera. Sin embargo, cuando el dolor arriba, llena, atraviesa, resulta casi imposible pensar en que se puede aprender algo de la situación, o que en algún momento va a dejar de doler. Pero asimismo, cuando conversamos con otro que también sufre, nos sorprendemos dando los mismos consejos inútiles. Y ello es porque, de última, cuando estamos tristes, la esperanza en un futuro mejor resulta apenas un insuficiente intento de consuelo.
Pero me pregunto ¿Acaso queremos un consuelo? Yo no. Lo que quiero es que no me vuelvan a suceder las inevitables desgracias que diariamente asolan la cotidianeidad (quiero creer) de cualquier persona.
Entonces, ¿qué hacer? Porque a pesar del dolor, el sufrimiento, la negatividad y el pesimismo que podemos sentir en algún momento en particular, durante todo un día, una semana, o más talvez, siempre llega un día en el que habrá que hacer frente, cual mitológicos caballeros anglos que se enfrentan a dragones en continua regeneración, (¿Cuál será el femenino de “caballero”?) a la vida que sigue transcurriendo.
Entonces, probablemente este saber que el dolor no se terminará sino que irá mutando, y que nuestras victorias jamás lograrán ser definitivas sino que exigirán una constante revalidación, nos obliga internamente dar lugar a la esperanza optimista.
Y para el caso estas son las palabras claves: Esperanza y Optimismo.

Esperanza que nos remite a la ilusión de saber, de creer, de esperar “algo” para el futuro (o para el presente, en el caso de quienes somos más inmediatistas) y un optimismo que nos asegura que ese “algo” será indefectiblemente positivo, bueno, mejor, sea lo que sea que eso implique para cada individuo.

Y a su vez, ambas cosas (disposiciones mentales, me gustaría llamarlas) conllevan el deseo de cambio.

CAMBIO, TRANSFORMACIÓN, MUTACIÓN, que lo que es/era deje de serlo y dé lugar a “algo” nuevo (que supuestamente, y en manos de nuestra esperanza optimista, deberá ser mejor): una novedad que supere lo que conocemos, lo que sabemos, lo que somos.

En este punto es donde me pregunto por el pasado. Cuando uno se decide por el cambio ¿Qué hace con el pasado?

Hasta Charly dice “Siempre puedes olvidar” pero no se si es eso lo que realmente quiero. Me parece que no. No quiero olvidar, sólo quiero que no vuelva suceder; y es ahí donde no me queda otra opción que creer en que realizando las modificaciones necesarias lo feo –al menos por un tiempo- no va a suceder nuevamente.

Y sin embargo, este esfuerzo extra, tampoco lo garantiza, pero al menos me quedará (internamente) la seguridad de haber hecho lo que consideraba, pensaba, entendía, era lo mejor.

Eso… como vi en una peli hace poco “a veces me ayuda”.
.
Referencias:
García, Charly: “Siempre puedes olvidar” en Filosofía barata y zapatos de goma. Argentina, 1990.
“P.S. I love you”, dirigida por Richard LaGravenese, protagonizada por Hilay Swank, Gerard Butler, Lisa Kudrow, Harry Konick Jr. USA, 2007.

Cuando sea grande quiero ser feliz

Contexto: Cena en casa de Celina. Somos varios
Ella relata: Mi sobrina dice que se hizo dark porque no tiene plata para ser flogger.
Y recuerda: Yo solo fui cheta un año, porque andar con tacos altos y maquillada todo el tiempo era demasiado trabajo. Después me hice hippie y borracha.

Las conclusiones quedan en la conciencia de cada uno, pero explicito: la cuestión económica está muy presente. No se trata tanto de una filosofía de vida, como de una diferenciación de tipo socio- económica.
Tengo una hermana de 15 años que quiere ser flogger. Se viste, se peina y hace gestos. Se saca una foto y luego la pone en internet.
Me pregunto que pensara cuando tenga 26 años y recuerde su adolescia de quinceañera flogger.

¿Qué era yo a esa edad? Persona supongo... igual que ahora... o no?

El Liberal saca una nota sobre los floggers en Santiago y me pregunto ¿Donde de juntan los floggers en Santiago? ¿Cual es el equivalente santiagueño a "El Abasto"?
Tika se indigna y dice que son unos pelotudos y que la culpa es de los padres porque no les ponen límites.
Mariana se enoja porque dice que los que salen en la foto no son floggers, son negros. Y se lamenta no haber ido a la fiesta floggers (de milagro que mi madre le daba permiso) porque así también ella hubiera salido en la foto del diario. Entiéndase: la mirada del otro la define, especialmente la de los medios.
Fernando dice que son unos pobres chicos que eligen la virtualidad como forma de vida, y Omar aclara: "Si son una tribu urbana es algo que está muy, muy, muy por verse" (No estamos hablando de los adolescentes negros del Bronx que sufrieron el acoso de la policía blanca y tuvieron que luchar para integrarse en una comunidad que los discriminaba por su condición étnica, además de la social) y se (me) pregunta ¿Qué mierda es una subcultura?
Por mi parte digo: La primera que sacó una nota sobre los movimientos de tipo social en internet fui yo con la nota sobre blogs. Después hice una sobre los metroflogs para el Nº 1 del formato nuevo.
Con respecto a estos chicos propongo: dejémoloslos en paz. Están tratando de conformar sus personalidades. Necesitan disfrazarse o hagarrarse de los pelos para ello, pero... ¿Cuanto tiempo les tomará descubrir las diferencias internas que los alejan? Les doy hasta los 20 años.

Ahora trato de recordar y pienso: las tensiones económicas manifestadas en la vida de los adolescentes siempre sucedieron. Sin emabargo, yo no formaba parte de ningun grupo por una razón muy simple: mi mamá no me dejaba salir tanto y si no estudiaba, menos . Asi que si algo fui, durante la adolescencia, fue a lo sumo, nerd , porque salía poco y era más o menos buena alumna (si no mi mamá me mataba).
Y hoy? ¿Formo parte de algún grupo ahora? Pues si. Formo parte del grupo que hacemos con Nadia o con Adrían cuando vamos al cine, o nos juntamos a ver una peli, formo parte del grupo de bandeños que vivimos juntos, conformo el grupo de mis compañeros del Iuna, con quienes vamos al museo o a comer tacos. También están mis amigos y colegas de Santiago, y Silvio, Vale, Analía (juntos o por separado, en vivo y en directo o por msn). Además formo parte de mi familia (mamá, papá, hermano, hermana y por añadidura, abuelas, tías, primos). Con toda esta gente no tengo que disfrazarme con chupines o colgantes (a lo sumo me disfrazare con jean y zapatillas, forma de vestir heredada de mi adolescencia noventera), ni compartir un determinado gusto musical.
Como conclusión, recuerdo un capítulo de Los Simpson, no se si ese en el que Marge reforma varias veces un trajecito Channel, para integrarse con un grupo de amigas ricas o uno en el que Homero hace algo, pero lo que permanece en mi memoria es cuando, al final del capítulo, Marge le dice a Homero que ellos forman parte de un grupo muy exclusivo: el de la familia Simpson (Marge, Homero, Bart, Lisa y Maguie)
Espero poder formar mi propio grupo VIP algún día.